Premios Gardel 2022: Wos, el joven maravilla que viene de maravillas
La industria discográfica argentina le dio su máxima distinción a un artista potente y sustancioso, que si bien innova no rompe con la tradición.
Al unir con el Gardel de Oro a Wos la industria discográfica nacional se congracia con la nueva música joven, cuya prepotencia estadística es imposible de soslayar.
De todas maneras, Capif, la cámara que reúne a los productores del sector y que instituyó el premio hace más de 20 años, está lejos de patear el tablero con este gesto.
Porque si bien Wos es el artista más joven en recibir el Oro en la historia de la distinción, dialoga muy bien con los referentes del pasado y cultiva una corrección política que sintoniza con la progresía. Porque así se autopercibe gran parte de la escena musical, salvo algunas pocas excepciones.
Con Wos ni siquiera queda algo por apaciguar, tal como sucedió en 2019 con Marilina Bertoldi, quien al recibir al Oro cargó contra la prepotencia machista y llegó al extremo de asociarla a peces gordos que habían ganado el premio en ediciones anteriores.
Wos le gusta a los rockeros, es respetado por sus congéneres y, por lo general, saborea las mieles del consenso.
Es el pibe maravilla que le viene de maravillas a una industria discográfica que ya asimiló su conversión a un nuevo paradigma.
No obstante su pulcritud, que ni siquiera se busca esmerilar en la conversación social, no hay que perder de vista que Wos es dueño de un talento formidable.
Tampoco que su tránsito de freestyler a compositor de canciones con inflamable base rapera se concretó con inventiva y en base a un laburo de equipo que no le pidió permiso a nadie para mover sus fichas, siempre para adelante, en situación de ataque.
Pero, por sobre todo, Wos interpela a niños y jóvenes en sus respectivos tránsitos a la adolescencia y al mundo adulto. Desde intraurales, el artista enrolado como Valentín Oliva avisa con rimas incendiarias que la vida es una permanente pelea entre Dios y el Diablo por llevarlos de fiesta.
Que consta de un claroscuro permanente en el que los buitres acechan y en el que no queda otra que empoderarse. Y a eso lo puede expresar con matices folklóricos (copla, milonga) o con el sampleo de la viola de Skay en un himno ricotero o del motivo de un clásico de Fatboy Slim.
Subestimar lo que Wos genera en nuestros hijos desde un pedestal de superioridad es, por lo menos, quedar en off side. Pero no en el sentido de posición adelantada sino en otra de “fuera de juego”.
Hacia allí fue Capif, precisamente. Se preguntó “¿Por qué postergar algo que es inexorable?” y optó por sintonizar.